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A partir de los tres o cuatro años, muchos niños y niñas pueden desarrollar una fascinación por las letras, queriendo saber qué dice un cartel, un letrero o una etiqueta. Incluso pueden reconocer su nombre de tanto verlo. que lo tienen escrito o expuesto en sus documentos educativos o en las etiquetas de su ropa o complementos. Al mismo tiempo, hacen todo lo posible por escribir su nombre de la forma más legible de que son capaces.

Por este motivo, se pueden utilizar actividades de preescritura para iniciar la construcción del aprendizaje de los procesos de lectura y escritura a partir de los 3 años. Sin embargo, esta educación no debe forzarse, y es concebible que muchos niños y niñas no estén aún preparados para empezar a estudiarla. La edad de inicio es, por tanto, arbitraria y dependerá de cómo se desarrolle cada niño.


Se puede motivar al pequeño con actividades y juegos específicos que fomenten una mayor destreza a la hora de abordar el proceso de lecto-escritura para inspirar este proceso, como por ejemplo:

Orientación espacial.
Lateralidad, de coordinación viso-motora.
Discriminación y memoria auditiva.
Psicomotricidad fina.
Lenguaje hablado,
Conciencia fonológica.

¿Cuándo podrá leer y escribir el niño o la niña?
A partir de los 5 o 6 años, el niño o la niña pueden estar preparados para leer y escribir, pero esta edad es sólo una estimación, ya que se requiere cierta madurez y no todos los niños crecen igual. Es fundamental reconocer cuándo un niño está preparado para iniciar el proceso y asegurarse continuamente de que su desarrollo lingüístico es óptimo.

Nuestros hijos, nuestros alumnos, aprenderán progresivamente que cada letra tiene un sonido único, conocido como fonema, que es la unidad fonológica más pequeña, y aprenderán a descodificar ese sonido cada vez que se encuentren con esa letra mediante la asociación y la repetición adulta. y el nombre de la letra estará relacionado con esa grafía.

Resulta inesperado cuando la gente ve, por ejemplo, unas montañas dibujadas y afirma que se parecen a la letra «M», o una cuerda en el suelo con una curva serpenteante y afirma que se parece a la letra «S».

Las letras que forman su nombre suelen ser las primeras que conocen, por lo que para ellos verlas en otros carteles o letreros es increíblemente satisfactorio.

A menudo reconocen palabras escritas sin saber leer, y aquí es donde la memoria visual les resulta muy útil. Pueden recordar la ortografía de una palabra y utilizarla a su favor para reconocer términos como CASA, MAMÁ o PAPÁ.

Tanto para los niños como para las niñas es más sencillo empezar a leer y escribir con mayúscula, ya que es más fácil de recordar y de trazar.

Cuando un niño es lo suficientemente maduro, su interés por aprender a leer y escribir sirve de motor e incentivo para fomentar este aprendizaje. Será capaz de descodificar esos sonidos para leer la palabra una vez que haya averiguado todas las grafías y el sonido que produce cada letra, y no le faltará motivación para escribirlas prácticamente de inmediato.

Dado que hay algunos niños y niñas que interiorizan erróneamente el trazo de una letra o de un número, es aceptable enseñar la direccionalidad de la letra en este apartado del trabajo de grafomotricidad, ya que después será más difícil de corregir, por lo que hay que desaprender. lo que hemos descubierto y lo que declaramos en la escuela.

Es típico que un niño cometa inicialmente errores al aprender cosas nuevas, como omitir letras, escribirlas al revés o no dejar espacios entre las palabras. En estas situaciones, el papel del adulto es demostrar la técnica adecuada mostrándose tranquilo y confiado.

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